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viernes, 8 de marzo de 2013

PASTORAL JUVENIL Y CULTURA DE PAZ EN EL CONTINENTE LATINOAMERICANO


PASTORAL JUVENIL Y CULTURA DE PAZ EN EL CONTINENTE LATINOAMERICANO

Muerte, narcotráfico, violencia, corrupción política, inseguridad ciudadana, delincuencia juvenil, feminicidios, turismo sexual, violación de los Derechos Humanos, líos fronterizos; son quizá tópicos que podrían ser abordados al hablar de América Latina y el Caribe, y si estos se acompañan de adecuados documentales o crudas fotografías, se tendría un delicioso plato de interés mundial.  Pero no es esto lo que realmente caracteriza las naciones latinoamericanas, ni es un buen punto de partida para hablar de la pastoral juvenil.  Habrá de buscarse un modo de abordar la realidad de los jóvenes sin recurrir al típico sensacionalismo que vende en los medios de comunicación ni a escandalosas apreciaciones sacadas de la exageración y de interpretaciones poco profundas de la cotidianidad.  Aquí no ayudan las encuestas ni las cifras oficiales de gobiernos y organismos internacionales o las extraoficiales de las ONG, no nos sirve el parecer de expertos “latinoamericanólogos”, ni las miradas de estudiosos investigadores que saben describir los fenómenos de países que no son el suyo, de realidades que no han sufrido y publican cientos de páginas con tal “fidelidad” a los acontecimientos, que hasta llevan a los mismos pueblos estudiados a creer que todo lo publicado goza del sello de “verdadero”.

Exige un esfuerzo adicional, centrarse en la realidad juvenil de un continente tan variopinto como éste, donde cada pueblo representa un mundo diverso: un continente que, al estilo de los mejores relatos de Gabriel García Márquez, asemeja un Macondo que ha empezado a olvidar su historia y se ha dedicado sólo a repetir para sí una y otra vez las escasas hazañas que evoca con nostalgia y regocijo y que, apenas tienen asidero en la realidad, gozando además del ornato, generoso ornato, de la fantasía.  Sin embargo, es justamente así como cobra valor el relato: cuando parte de esos trazos amorfos de la realidad mezclada con la leyenda y cuando en sus representaciones no se logra con precisión distinguir entre lo vivido y lo deseado. Y una vez iniciado el relato, no es fácil, abstenerse de contar –también con una carga emocional-, todos aquellos aspectos que nos hacen ser lo que somos, pero que no siempre nos enorgullecen.  Con estos presupuestos procuraré hablar de pastoral juvenil en medio de los contextos latinoamericanos, uniéndome a esa red de manifestaciones desde los diversos rincones de la Latinoamérica de los jóvenes que llevan 21 años haciendo historia junto con el CLAI.

Un continente no tan viejo con una historia más bien reciente.

Estos últimos dos años han sido para varios de los países del continente, significativos en cuanto se conmemoraban dos siglos de independencia del dominio español.  Entre 1810 y 1811, principalmente, por los manejos de la Corona española, se hace voz popular la necesidad de propiciar el cambio, dándose inicio a una serie de acontecimientos de protesta e incluso cruentas luchas armadas, hasta lograr independencia definitiva de España.  Pero el afán de liberarse del yugo español no fue una causa propiamente continental, en la medida que no se había logrado una construcción colectiva de la idea de identidad de pueblo, antes bien la disgregación étnica y regional fue la constante durante los siglos que abarcó el período de la Colonia y las fronteras que antes eran sólo un signo de los dominios territoriales de la Corona, empezaron a acentuarse tras la Independencia: pareciera ser que el deseo de emancipación, estaba acompañado de un fuerte interés por definir linderos quitando el dominio de España, y asumiendo nuevas formas de dependencia, esta vez por parte de los mismos connacionales.  No es extraño que aún hoy en día, los problemas fronterizos sigan siendo frecuentes entre las bicentenarias naciones y que temas como el de la soberanía lleguen a enfrentar los gobiernos en un radicalismo nacionalista tal, que hasta se piense en la guerra como única salida.

La historia del Continente y sus países insulares narrada en los libros, no siempre ha sido la historia vivida por el pueblo latinoamericano, acostumbrado ya al olvido y la indiferencia ante sus tragedias; los relatos de emancipación son sólo una fábula que, como el los himnos nacionales de varios países, cuentan hazañas míticas, más cercanas a la Grecia Antigua que a estos “bastardo” de la España colonial llamados “Repúblicas”.  Sin embargo, la fe en la propia capacidad del latinoamericano para superar sus dramas y una convicción profunda que lo hace creer que lo peor ya pasó y lo que viene será mejor, lo han llevado a mantener la esperanza en el futuro y con ella su deseo de luchar cada día con más ganas.

Ahora bien, ¿cómo encaja la realidad juvenil en este contexto?, ¿qué es de hecho lo juvenil”?  Si bien nunca ha estado ni estará clara por completo la categoría “joven”, hay características esenciales que permiten trazar una línea divisoria entre la consideración social del joven como sujeto de derechos y deberes y el adulto que ha “superado” la juventud; estas características tienen que ver más que con la edad, con el espíritu emprendedor del ser humano, más dado a iniciar nuevos proyectos en una etapa particular de su vida y a procurar por todos los medios luchar contra el paso del tiempo aprovechando con vigor cada momento.  Es entonces evidente que no podemos delimitar -por lo menos no cronológicamente-, de modo categórico, una etapa de la vida llamada juventud; y mejor que sea así para dar cabida al sentir de tantos y tantas que se niegan a abandonar el barco de su lucha y de sus aportes a la sociedad, a la vez que de su anhelo de cambio.

Para los jóvenes en este contexto, América Latina y el Caribe son más que territorios paradisiacos controlados por grupos armados al margen de la ley, más que un orden jurídico complejo, donde la ley está hecha para ser violada y donde la adquisición de ciudadanía sólo sirve en la práctica para poder acceder legalmente a bares y discotecas o para ser buen candidato al servicio militar obligatorio.  En la visión juvenil, nuestro continenete es terreno de sueños y oportunidades; lugar donde confluyen la vida, el diario luchar y la esperanza; es un escenario de aventura –quizá también de riesgo-, y de incertidumbres; un lugar donde “se sobrevive” con el “rebusque” y, cuando se logra algo, se debe hacer notar: quien triunfa en su vida, se constituye en aliciente para los demás, aun cuando no le sean cercanos.

El joven latinoamericano no ha perdido de vista la posibilidad de un proyecto de continente que considere a todos, que no excluya bajo el mote de minorías a los que piensan o son diferentes al grueso de la población; unas naciones que respetes los procesos que han llevado a avances en las pequeñas comunidades y que rescaten la memoria, para hacer historia: los jóvenes son dueños de la historia en tanto que son presente, mas su grito merece ser escuchado antes que se haga débil susurro que se apaga a la par que se desvanece la esperanza.

Por lo anterior, al hablar de pastoral juvenil en el contexto latinoamericano, se evoca una historia no de 21 años, sino de décadas de búsqueda por definir el lugar del joven en nuestra sociedad y su rol como gestor de cambio.  Ya el joven sacerdote Camilo Torres (Colombia, 1929-1966), en los años sesenta, soñaba un continente diferente, sin desigualdades que lo hicieran percibir como nido de injusticias, lugar de desconciertos; el brillo de sus ojos referenciaba el anhelo de muchos, su voz se proyectaba hacia el futuro como reclamando espacio para el cambio; sin embargo, en una historia que se repite con tanta frecuencia, murió sin ver lo que soñaba, no pudo contemplar ese futuro que se espera con ansia cuando se viene trabajando en él desde siempre con pasión abnegada.  La labor pastoral de / con / para jóvenes, cuenta entre sus haberes con infinidad de aportes de los protagonistas jóvenes de cada época; se nutre permanentemente de nuevos sentires, historias y quehaceres y no puede tener, en ningún momento, la pretensión de absoluta originalidad: cada paso dado se apoya en el camino que entre todos se viene construyendo desde tiempo atrás y aunque posibilita nuevos senderos, no se daría en firme sin el concierto de los sueños y aportes de cada persona que se ha comprometido con la construcción del Reino.

Hoy en día son más visibilizados y se articulan con mayor rapidez los aportes de los y las jóvenes de cada región del continente, conllevando una responsabilidad comunitaria fundada en la unidad de criterios y la pluralidad de pensamientos encaminados a la misma tarea.  Es pensable, gracias al avance en los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías informáticas, que los y las  jóvenes de antaño que sobrevivieron al cambio de siglo, nos cuenten sus experiencias y nos enseñen a vencer la misma historia, para seguir creyendo en la posibilidad de cambio de aquello que lo necesita y de consolidación de lo que se va logrando en la misión de anunciar y hacer vida el Evangelio.  Es aquí donde la Pastoral Juvenil asume los nuevos retos de la sociedad cambiante y enfrenta su misión de ser agente de cambio.

El trabajo es continuo y el compromiso duradero

Habida cuenta de lo expresado anteriormente, un espíritu renovado alienta a los y las jóvenes de América Latina, a dirigir su mirada hacia la trasformación de sus contextos y les impulsa a movilizarse en torno a las principales problemáticas que les afectan, de ahí que durante el 2012, los énfasis se hayan mantenido en enfoques como el de abogacía en Derechos Humanos, Participación ciudadana, incidencia política y compromiso ambiental (principalmente en Río de La Plata y Brasil); resolución no violenta de conflictos, promoción del buen trato, promoción del desarme, prácticas de convivencia ciudadana (principalmente en Mesoamérica y Caribe y Gran Colombia) y Derechos y salud sexual y reproductiva y compromiso social (Andina).  En todas las regiones se fomentó la movilización juvenil y la implementación de estrategias de trabajo que fortalezcan redes con otras plataformas y organizaciones juveniles, así como el ecumenismo y el trabajo mancomunado con otras tradiciones religiosas y espiritualidades contemporáneas.

Es de destacar la participación activa de los jóvenes en la Cumbre de los pueblos, en el marco de Río +20, desde donde se generó un canal de información que permitió que jóvenes de todo el mundo, a la distancia, vivieran también la experiencia de ser voz profética en un mundo que clama cambios estructurales en el modo como se desarrolla y como habita la casa que Dios le ha dispuesto.  Del mismo modo en el proceso preparatorio de Cairo +20 (y más allá), hubo un gran compromiso por parte, no sólo de los/as jóvenes que nos representan en este caminar, sino de todo el equipo, que ha asumido el compromiso de ser presencia significativa y transformadora en la Alianza de Juventudes que se ha gestado en el continente con este propósito.

Abonando a presentación de propuestas innovadoras en términos de cultura de paz, se dio el encuentro continental de Experiencias exitosas, que evaluó los años de sensibilización y capacitación recibida con el manual de Manos al buen trato (CLAVES y PJ CLAI), retroalimentó la experiencia y fortaleció la estrategia para continuar siendo aplicada en los diversos países que la han acogido; del mismo modo, se presentó también la estrategia de “Fútbol por la vida” (Iglesia Luterana de Costa Rica), abonando a las habilidades de los jóvenes de la Pastoral Juvenil, nuevos elementos para promover la paz y la resolución pacífica de conflictos.  Este encuentro tuvo por sede la hermosa ciudad de Siguatepeque en Honduras, país afectado por la violencia de bandas criminales conformadas en su mayoría por jóvenes y donde la seguridad no está plenamente garantizada por el aparato estatal.  Además de hacer presencia los países de Mesoamérica, se sumaron también Colombia y Uruguay, estrechando lazos y adquiriendo compromisos de trabajo conjunto y de multiplicación de la experiencia vivida allí, lo cual desembocó en varias réplicas de los talleres en cada uno de los países participantes y ejercicios de vacunación contra el maltrato en el marco de las preasambleas nacionales del CLAI y de otros espacios ecuménicos, así como campañas y marchas que movilizaron cientos de jóvenes en torno al buen trato.  De esta experiencia surgieron además algunos materiales para trabajar a nivel de los equipos nacionales, como son folletos, adhesivos, carnés de vacunación, afiches, camisetas (remeras, poleras) y junto a estos, 4 comerciales (cuñas publicitarias) y un programa de radio que abordan los temas de cultura de paz promovidos durante los últimos dos años entre los jóvenes de la PJ CLAI, estos fueron lanzados al aire en una emisora de cobertura mundial (vía internet), por el coordinador continental y circularán durante 2013 como herramienta de reflexión y trabajo en los equipos nacionales.

En la misma línea de producción de materiales, se elaboró en el marco del convenio firmado entre PJ CLAI y Visión Mundial el libro “Juventud y transformación: guía de talleres para la movilización juvenil”, que reúne un precioso material útil para el trabajo de capacitación con jóvenes, desarrollando los temas que con mayor frecuencia son abordados en las reuniones de jóvenes, en las iglesias y otros escenarios de capacitación.  La guía cuenta con sendas herramientas metodológicas y recursos para desarrollar talleres con jóvenes en diferentes lugares del continente (lenguaje inclusivo).  En su elaboración se recogen aportes de jóvenes de las iglesias miembro de CLAI de los 20 países de América Latina, así como el valioso aporte y experiencia del equipo de consultores ad hoc de Visión Mundial, así como del actual Coordinador del Programa de Juventud y Cultura de Paz del CLAI.

La expectativa frente a los desafíos que se avecinan es grande, máxime cuando en las preasambleas nacionales y regionales del CLAI se identificó la importancia de involucrar los esfuerzos juveniles en la transformación de las tristes realidades que enfrentan los países de nuestro continente, las cuales van desde el incremento de las bandas criminales, la censura y persecución a las expresiones de protesta frente a los abusos por parte de los gobiernos de algunas naciones, la incertidumbre frente al porvenir político y económico de otras, la homofobia desatada tras reivindicaciones legales de algunos grupos minoritarios, los crecientes índices de maltrato hacia los/as niños/as y las mujeres y el feminicidio como realidad que sorprende por su alarmante incremento durante los últimos años, sólo por citar algunas problemáticas que emergen en nuestros contextos latinoamericanos.

La convocatoria a la Consulta Continental sobre las iglesias y los derechos sexuales y reproductivos, así como a la VI Asamblea General del CLAI “Afirmando un ecumenismo de gestos concretos”, son oportunidades excepcionales de participación para los y las jóvenes del Programa, quienes sienten ya la necesidad de renovar el sueño que dio origen a estos 21 años de caminada y replantear los objetivos que les movieron durante dos décadas, actualizando su proyecto, reformulando sus motivaciones, fortaleciendo la red y proyectándose hacia los nuevos desafíos que presentan América Latina y el Caribe.  Hoy más que nunca el continente reclama nuestra participación en los espacios donde se discuten los temas que nos convocan, pero ésta debe ser activa, plena y no marginal como tiende a darse en ocasiones: somos conscientes del rol que desempeñamos en la sociedad actual y de las aptitudes que hemos ido aprehendiendo en el camino, por ello queremos hacer resonar nuestra voz y continuar aportando a la transformación de las estructuras de opresión que viven nuestros pueblos, movilizarnos e instar a otros a hacerlo para que el mundo sienta nuestros pasos y se dé finalmente -propiciado por nosotros/as-, ese giro hacia una América Latina incluyente, respetuosa de la vida y la diversidad, escenario de oportunidades con justicia y equidad, cuna de sueños posibles y fe activa, donde el Reino sea una realidad instaurada y los gestos concretos de los que hoy en día tanto se habla, sean gestos de amor, unidad y esperanza renovada: aquí hacemos presencia, aquí somos cambio, aquí nuestra historia se va escribiendo con sudor, convicción y entrega plena, nuestros brazos abiertos para acoger a quienes se vayan sumando y nuestras voces haciendo un canto que traspasa toda frontera.



Licenciado Nelson Fernando Celis Ángel
Saliente Coordinador Continental del Programa de Juventud y Cultura de Paz del CLAI
Colombiano, Especialista en infancia cultura y desarrollo (U. Distrital Francisco José de Caldas), Licenciado en teología (U. San Buenaventura), estudios en filosofía (U. Nacional de Colombia), miembro de la Iglesia Evangélica Luterana de Colombia (IELCO)
Contacto: nelsoncelis@hotmail.com y +57 3174297729

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