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domingo, 1 de abril de 2012

La Opción por los pobres – Desde la perspectiva pentecostal (Ensayo)

 Escrito por:  Ps. Pedro Manuel López Castillo, Iglesia Pentecostal, Perú

Este ensayo tiene como base la lectura de Julio Lois Fernández, “La opción por el pobre, cuestión medular de la vida cristiana”, leída en clase y además la experiencia pentecostal, experiencia de la cual provengo, ya que en ella se desarrolla una opción por el pobre, poco conocida por muchos pero trabajada con mucha dedicación debido a la fidelidad a la identidad wesleyana, de la cual proviene.

En este ensayo deseo plantear cómo los aportes de la lectura me han ayudado, en mi labor como pastor pentecostal, a enriquecer esta opción por los pobres y cómo me ha llevado a una nueva comprensión de lo que en verdad significa optar por ellos corrigiendo algunas deficiencias en las que nosotros, los pentecostales, hemos caído.

La opción por los pobres es algo en lo que el pentecostal está muy metido. No hablo de los neo pentecostales quienes con su mensaje de prosperidad atropellan y abusan del pobre, sino mas bien de aquellos cristianos bautizados en el Espíritu que llegaron a  nuestro suelo y empezaron a trabajar con los excluidos de la sociedad, llevándoles algo mas que un simple mensaje de “vida eterna” así como ayuda material, emocional, acompañamiento en la necesidad y lo mas importante: una nueva clase de vida aquí y ahora.

El pentecostal siempre ha optado por el pobre. Solo hay que observar en donde este movimiento tiene presencia dominante: No la tiene en las grandes urbes, en las avenidas mas importantes, en las urbanizaciones mas caras, etc. No, el pentecostalismo es mayoría allá en la punta del cerro, en los asentamientos humanos, en los barrios pobres y peligrosos de nuestra sociedad. Al parecer, el pentecostal ha practicado una cierta teología de la liberación sin saberlo y sin que esta se hubiera planteado aún. Es lo que Fernández llama el “acto primero de la vida cristiana”: practica primero, después la reflexión teológica (p.83). Y pienso muy personalmente, que si los pentecostales hubieran hecho reflexión teológica desde el inicio del  movimiento, hubiéramos dado con la teología de la liberación mucho antes que Gutiérrez.

Con esto en mente, puedo reflexionar acerca de mi identidad pentecostal y porqué esta opción por el pobre siempre ha estado con nosotros: Es por la presencia del Espíritu, el mismo Espíritu que llevó a Jesús a dar buenas noticias a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, dar vista a los ciegos, y a poner en libertad a los oprimidos (S. Lucas 4:18) el cual llena el corazón del pentecostal, llevándolo a buscar los mismos intereses que Jesús buscó: buenas noticias a los pobres, pero buenas noticias que se traducen en hechos: sanación, liberación, devolución de vista, etc.

Puedo decir que, el mensaje de la opción por los pobres es el típico mensaje pentecostal, ya que este descansa en la praxis liberadora de Jesús, praxis que tiene como raíz la operación del Espíritu divino y que choca con el poder dominante y abusivo de nuestro tiempo, pues descansa en un compromiso liberador (Fernández, p.83). Esta misma praxis es la de los pentecostales también, vista en América Latina y en nuestro suelo peruano.

Esta teología elaborada “desde abajo”, desde los pobres (p.88) que los ve como los condenados de la tierra, nos lleva al amor a los hermanos. Este amor nos lleva también a anunciarles la buena nueva del Reino que tiene como principales receptores a los pobres de la tierra, a los no-hombres, al clamor que de ellos brota (p.90).  El compartir esta buena noticia que es gozo, se hace urgente en los lugares en donde hay ausencia de este, y es en los pobres en donde no se observa señales del Reino, por eso, el clamor de ellos nos debe llevar a anunciarles esta buena noticia (p.93) que es transformación de vida (p.92).

Pensando en esta verdad inevitable hallada en la lectura, es que considero un gran aporte a mi praxis pastoral, (además de las clases en aula) el hecho de que en los pobres uno halla al mismo Jesús. Aunque es una verdad vieja, no ha sido muy apreciada por el pentecostal. Pues al ir y compartir el mensaje del Reino a estas personas, los pentecostales hemos ido con el deseo de convertir al pecador perdido que por estar alejado de Dios es pobre. El hecho de que el Señor esté en ellos y que en ellos se puede  ver a Jesús no entra en la cabeza del pentecostal, pues para él, Jesús solo está en el creyente nacido de nuevo y lleno del Espíritu.

Esto ha revolucionado mi modo de llevar las buenas nuevas a los pobres y ha  “incrementado” mi respeto hacia ellos. Ahora, procuro no verlos como los pobres pecadores, sino como aquellos en quienes yo, pastor evangélico, puedo hallar a mi Señor. Creo que ha habido mucha evangelización sin respeto a la dignidad humana, pues al acercarnos a ellos lo hemos hecho con un “santo” menosprecio y una “compasión” proselitista. Así, veo que Gustavo Gutiérrez dio en el blanco al conseguir re orientar el concepto de Misión y labor pastoral en miles de creyentes, incluido yo entre ellos, pues soy consiente que como pentecostal, no había estado desarrollando bien la Misión ya que no estaba considerando un poquito mas a los pobres.

La practica de Jesús de servir a multitudes de pobres, suplir sus necesidades (en las multiplicaciones de panes y peces) y ofrecerles una vida con Dios me hace pensar en el motivo primario de tuvo el Salvador. Con el hecho de que finalmente 120 estuvieron reunidos después que Él se fuera, pienso que el único motivo de Jesús para hacer todo lo bueno que hizo fue simplemente su amor hacia el pobre, amor que lo llevó a optar por ellos y no esperar nada a cambio. Muchas veces, cuando hemos salido a evangelizar a los pobres, se ha pensado en números, en Iglesias llenas y hasta en incremento de diezmos. Con eso, veo que no se ha evangelizado al estilo de Jesús. ¡Él no buscaba las multitudes para llenar el Aposento Alto a fin de que en Pentecostés muchas almas fueran llenas del Espíritu Santo! No. El salía a dar de sí mismo por pura compasión. Se dedicó a los pobres por amor. Les anunció el Reino de Dios por vocación amorosa y desinteresada. Es en esto, que los pentecostales debemos re pensar nuestra evangelización, nuestro concepto de Misión y nuestra dinámica pastoral.

Esto es que nos falta a nosotros, los que queremos ver el Reino de Dios en su desarrollo normal. Nos falta vocación por amor, pero amor no a la denominación a la que pertenecemos, sino amor a la gente, al pueblo, a las multitudes de nuestro Perú que se muere de hambre en las calles. Nos falta optar por su bienestar, antes que el de nuestra denominación religiosa.

Estos cambios de mentalidad es la que como pastor y como Iglesia hemos emprendido. Cambios que están en armonía con el pensamiento, identidad y experiencia pentecostal a la que le debemos la vitalidad de nuestra relación con Dios. Ahora sé, que el poder (la unción) del Espíritu, que tanto reclamamos los pentecostales, no es para hacer grandes milagros, prodigios, sanaciones, etc. sino para continuar la praxis de Jesús, que no es otra que la de levantar al pobre de su estado olvidado y excluido, devolverle su identidad y valor como persona a pesar que este no desee jamás entrar a mi Iglesia. Haciendo esto, creo que los pentecostales seremos más fieles a la unción que hemos recibido.

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